LOS ADEMANES CAUTOS DEL DESEO
Ateneo
Obrero de Gijón, otoño 1993
UNO
El baile suave, lento, discontinuo
se inicia en este paso descendente,
Con cenefa de risas y abanicos,
la piel toda diamante,
se nutren los espejos clamorosos.
Prepárase la orquesta y los augurios
anticipan deseo, sudor frío:
al capricho los músculos zambúllense
y se ofrecen con música de nieve
al compás de las chispas de los ojos.
DOS
El juego por el iris:
cimbreante el azar.
Un sí es, entre trampas,
no es de corazones.
Por la imaginación
la primavera, dócil
abril
en sedimento
de ternura.
Claroscuro frondoso
para albergue.
La luna inhabitable.
Mano a mano los ojos:
fenecer de deseo
con el viento
por los brazos.
Cetrería al acecho:
perlado e imposible
el vientre en alianza
los mitos recorren
aprendidos
en jardín fatigado.
TRES
Sobornado el secreto,
temblar… Un esbozo de risa,
Caer. Redes oscuras.
Descamisado y rubio el homicida.
Mirar con los ojos de fuera
hiere la noche infausta de los ojos.
Nudo en la glera
arrebatada y turbia
y los labios, en caos irreductible,
ante el beso espantados.
CUATRO
Las manos absolutas
se filtran por la tela:
pulgar de incandescencia,
índex de sombra
y los dientes enormes
en fallida sonrisa.
El baile ha comenzado.
Cruzan sendas el cuerpo
en certidumbre, nubes
en vilo de tempestad callada.
CINCO
Y se escapa la sangre hacia los vértices
entre los giros hábiles de la danza
rizada.
Me voy, te vas, nos encontramos luego
en juego atenazado con urgencia
de saldo y meteoro.
Como hallazgos fugaces
de furtivos amores de ocasión,
huyendo las palabras hacia dentro,
dejan muda la boca alborotada.
Con violines de seda, despilfarro en el viento
voraz cargan las horas.
SEIS
Jericó resistió la sexta vuelta
y en séptima cedió la inexpugnable
ausente de ejercicio diplomático
a las tropas hebreas.
En giros repetidos
Un hermoso Josué triunfa, dispone.
Al corazón habrá que darle tierra.
Saliva cautelosa, presión en lo
escondido
o acuerdos por la lengua
callada:
conversaciones francas
sutilmente tramadas sin palabras,
gestiones en la carne.
Pálida paz sin título sellada.
SIETE
Acueducto de sombras y deseos
ese tiempo sin tiempo.
Con ademanes cautos,
enunciado esplendor confuso para el
verbo
atrae hacia el origen.
La carne se hizo ya sin la palabra
amancebada y lúcida.
Acción en cada uno
por el cuerpo inactivo,
perpetuación del círculo perfecto.
La frontera se abrió
con fragancia de raso
y en el cielo inferior la muerte acecha
huida por el ángulo.
OCHO
Subirá, subirá
como la mar. Marea
hasta los ojos.
Isósceles la lengua
en el pretil descansa.
Curvando las cinturas
apretadas, convulsos
dedos íntimos, células
para la noche. Al soslayo
enredando la danza
sonoro se acelera
al punto interrogante
el sentido insolado.
NUEVE
Limen para tinieblas
en que atrinchera el músculo
el placer escondido.
La batalla perdida,
ganada, vacilante.
Ataque y retroceso
edulcorado y púrpura.
Por una boca enorme
y unos ojos desnudos
se destiló la brisa.
Los labios como sellos
en el lacre inflamado.
Como piedras pupilas
de noche iluminada.
DIEZ
Acogido en la cueva,
el baile en despedida
como cerebro errante.
Dos se miran en círculos,
tres espera el triángulo
en vértice de luz,
más terrible que dios,
una la vida.
Bailemos, pues, al aire
sin lo eterno
sobre la piedra en paz del sacrificio.